miércoles, 12 de noviembre de 2008

Madrugando en el Mes de María




Queridos hermanos madrugadores

Comenzamos una nueva madrugada, la que sin duda quedará registrada en la historia de vida de la comunidad de Santo Tomás de Villanueva, y desde el encuentro nacional de Madrugadores en Temuco, ("Misioneros de Cristo, con María, para el mundo de hoy") esta corriente de vida ha comenzado ha extender sus raíces, plasmando así el compromiso de ser verdaderos misioneros y siguiendo la proposición que hace la V Conferencia en Aparecida. "Ser Discípulos y Misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida. Yo soy el Camino , la Verdad y la Vida" (Jn 14,6)".

La madrugada de hoy es especial, debido a que en una masiva concurrencia, se juntaron en la parroquia Santo Tomás de Villanueva, las trece comunidades que dependen de ella, y por primera vez la nueva comunidad de Madrugadores, para dar inicio al Mes de nuestra Madre y Reina Tres Veces Admirable, la Santísima Virgen María, agradeciendo porque es la intercesora y quien se encarga para que sigamos siendo fieles al Padre, y también nos protege ante las tribulaciones de esta vida. Para que seamos verdaderos misioneros en el mundo de hoy, especialmente en nuestros trabajos.

Llena de Gracia, el nombre mas bello de María.
Benedicto XVI, 2006

Comenzamos hoy la preparación para una de las fiestas de la bienaventurada Virgen más bellas y populares: la Inmaculada Concepción. María no sólo no cometió pecado alguno, sino que quedó preservada incluso de esa común herencia del género humano que es la culpa original, a causa de la misión a la que Dios la había destinado desde siempre: ser la Madre del Redentor.

Todo esto queda contenido en la verdad de fe de la Inmaculada Concepción. El fundamento bíblico de este dogma se encuentra en las palabras que el Ángel dirigió a la muchacha de Nazaret: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lucas 1, 28). «Llena de gracia», en el original griego «kecharitoméne», es el nombre más bello de María, nombre que le dio el mismo Dios para indicar que desde siempre y para siempre es la amada, la elegida, la escogida para acoger el don más precioso, Jesús, «el amor encarnado de Dios» (encíclica «Deus caritas est», 12).


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